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    Escuchar el clamor de la tierra como el clamor de los pobres

     

     

    «Así son los ricos: por haberse apoderado primero de lo que es de todos, se lo apropian a título de poseedores. Si cada uno tomara lo que cubre su necesidad, y se limitaran a dejar lo demás para quienes lo necesiten, nadie sería rico, nadie pobre» (San Basilio [330-379], homilía sobre la parábola del rico insensato)

    A lo largo de diferentes momentos de nuestra historia reciente, en momentos que nos parecían importantes pronunciar una palabra tratamos de hacer nuestra la voz y el clamor de los pobres. No somos sus delegados, pero sabemos que nuestro corazón pastoral trata de latir al ritmo de sus fiestas y duelos, gozos y esperanzas, angustias y tristezas.

    Estamos por celebrar un nuevo aniversario de la decisión de vivir como un pueblo libre, justo y soberano, en medio de un clima de desazón y desconcierto. Un clima que puede ser peligroso. Tenemos claro que hay opciones que solo serían de destrucción o de suicidio colectivo. Uno, que pretende ser candidato el año próximo, ya hizo públicas sus propuestas de reformas laboral y previsional. Pero no vemos menos desconcierto en el gobierno.

    Repetimos lo dicho en nuestro mensaje al concluir nuestro reciente encuentro nacional, nuestra opción no es por tal o cual partido o candidato o candidata, es por las y los pobres. Y creemos que, mientras algunos parece que solo se miran a sí mismos o miran con pocas o contadas aspiraciones las próximas elecciones presidenciales, el pueblo, los pobres del pueblo, no sabe cómo hacer para que llegue la comida a su mesa. Muchos recurren a comedores, llevan sus hijos a comer a las escuelas, recurren a Cáritas u otras instituciones, pero el trabajo digno, con un salario también digno es cada vez más una utopía. Creemos que el gobierno se ha olvidado de los pobres, que las políticas, dictadas desde el exterior (políticas económicas, pero también de relaciones internacionales, de infraestructura, sociales y hasta educativas), no dan respuestas y alientan el desánimo.

    No nos interesa el 2023, nos interesan los pobres, lo repetimos, y los pobres no figuran ni en las políticas oficiales, ni en los sindicatos o movimientos sociales y – menos todavía – en la oposición.

    Respetuosamente pedimos al gobierno un urgente cambio de rumbo (que, probablemente, implique cambios de nombres), y la firme decisión de enfrentar con firmeza a los responsables del hambre y la injusticia. Las enormes ganancias de los que se enriquecen con la crisis y el hambre y el temor al reclamo de socialización de las riquezas no es lo que se votó cuando dijimos ¡basta! al neoliberalismo. No hacemos sino responder al presidente que pidió que lo ayudemos a corregir las cosas que están mal. No hay injusticia sin injustos, no hay pobreza sin ricos que acumulan (al menos en nuestro país), no hay mentiras sin mentirosos, ni odio sin odiadores. Estamos convencidos que los pobres de la patria sabrán agradecer y acompañar nuevos rumbos que los tengan en cuenta. Y con ellos estaremos caminando y cantando.

    Grupo de Curas en Opción por los pobres

    24 de mayo de 2022
    (7º aniversario de la encíclica del Papa Francisco, Laudato Si
    y vísperas de un nuevo aniversario del Primer Gobierno Patrio)

     

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    Navidad: retomar sueños y utopías  

     

    “Para ustedes brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos”
    Malaquías 4,2

    Celebramos una nueva Navidad. Jesús nace pobre y entre los pobres. Y la encarnación del Hijo de Dios logra que la historia esté preñada de un futuro mejor. Toda la profecía de Israel apuntará a la victoria de la luz sobre las tinieblas. La humanidad tiene promesa de plenitud en Dios.

    Ciertamente cada Navidad hace renacer en nosotros y nosotras toda esperanza. El Dios que nos revela Jesús es un Dios que siempre está naciendo, que siempre hace posible la novedad, que siempre nos propone retomar los sueños y las utopías.

    La Fiesta de la Democracia y los Derechos Humanos del pasado 10 de diciembre sirvió para esto, precisamente: retomar sueños y utopías. Y nos recordó aquello que Alberto Fernández nos dijera al pueblo hace dos años, el mismo día en que asumía como Presidente de la Nación:

    “…quiero también convocarlos a que si alguna vez sienten que me desvío en el compromiso que hoy asumo salgan a la calle a recordarme lo que estoy haciendo. Les prometo que volveré a la senda sin dudar un solo instante…”

    Recorriendo las palabras del presidente nos sensibiliza la prioridad expresada hacia los marginados y excluidos; y el pago de la deuda externa supeditado al crecimiento del país; así como también el anhelo de la regularización del hábitat y la construcción de viviendas, entre otros temas. Ese discurso nos llenó de sanas expectativas. No es nuestra intención situarnos como fiscales del gobierno nacional, pero sí retomar un tema urgente tan cerca de la Navidad. Necesitamos volver a creer en este “Nunca Más” que propuso el presidente.

    Dijo Alberto ese día:

     “…Hemos visto el deterioro judicial, en los últimos años; hemos visto persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias inducidas por quienes gobiernan y silenciadas por cierta complacencia mediática… Nunca Más a una justicia contaminada por servicios de inteligencia, “operadores judiciales”, por procedimientos oscuros y linchamientos mediáticos. Nunca más a una justicia que decide y persigue, según los vientos políticos del poder de turno. Nunca más a una justicia, que es utilizada para saldar discusiones políticas, ni a una política, que judicializa los disensos para eliminar al adversario de turno… porque una justicia demorada y manipulada significa una democracia acosada y denegada.”

    La Corte Suprema de Justicia, con tan sólo cuatro miembros (dos de ellos puestos originalmente a dedo por Macri y, además, autovotados para presidirla)  y sólo constituida por varones, no da garantías de imparcialidad alguna ni la posibilidad de hacer verdadera justicia en temas muy sensibles para la sociedad.

    Milagro Sala sigue siendo una presa política. Y el sistema judicial no termina de dar señales de la necesaria independencia de poderes. La justicia sigue siendo “demorada y manipulada”, “utilizada para saldar discusiones políticas”. Lejos quedamos los comunes mortales de poder desentrañar por qué se demora esta justicia que espera Milagro y tantos y tantas hermanos y hermanas.

    Soñamos esa justicia que esperan, en primer lugar, nuestros hermanos y hermanas más pobres. Sí, “que se abran esas prisiones injustas”, como proclamaba el Profeta Isaías (58,6).

    Pero también hay otros temas que nos surgen, cercana ya la Navidad. Contemplamos el pesebre en el que Jesús nace, indefenso y sin un techo seguro.  Es urgente que diputados y senadores sesionen y avancen ya con algunas leyes fundamentales, en un país donde sobra la tierra, pero está distribuida de modo injusto y desigual: y como se hizo con la Ley Nacional sobre Personas en situación de calle y familias sin techo, se aprueben también la Ley de Acceso a la Tierra, la ley de humedales, la ley de envases,  la prórroga de la Ley de Emergencia Territorial Indígena 26.160 y la Ley de Tierra, Techo y Trabajo, entre otras urgentes.

    En esta línea, también repudiamos todo avasallamiento contra las comunidades de pueblos indígenas y sus derechos. Las muertes mapuches en el sur de nuestra patria ensombrecen la celebración del Dios que busca nacer en medio nuestro.

    No será feliz nuestra Navidad con presos y presas políticas, ni con hermanos y hermanas indígenas atropellados y atropelladas en sus derechos, ni con hermanos y hermanas en situación de calle, sin tierra, ni techo, ni comida, ni trabajo; ni con un país cuyo futuro esté condenado a muerte por la avaricia de empresarios que no miran otra cosa que su renta o por la exigencia de pagar la deuda con el FMI (una deuda fraudulenta que debería ser pagada con el patrimonio de quienes la contrajeron de manera inconsulta con el pueblo). No será feliz la Navidad con multimedios de comunicación que, mientras reciben suculenta pauta publicitaria oficial, se encargan de demoler todo signo de esperanza. No será feliz la Navidad si un minúsculo grupo de los más ricos de la patria persisten en negarse a aportar una ínfima parte de sus bienes para aliviar apenas un poco los dolores de tantas y tantos. No será feliz la Navidad mientras sigamos velando a víctimas de “gatillo fácil” o de femicidio en nuestros barrios. No será feliz la navidad sin una urgente y necesaria reforma del poder judicial, tan lento hoy para juzgar a los poderosos y tan veloz en condenar a los y las pobres (los abundantes ejemplos de esto lastiman los ojos y hieren la paz interior).

    En el Misterio de Jesús, “Sol que nace de lo Alto” (Lucas 1,78), trabajemos para disipar la tiniebla de toda infelicidad. Queremos anunciar a todo nuestro pueblo una Buena Noticia, esa que viene con Jesús, pero no ignoramos que hay circunstancias y personas que no hacen sino obstaculizar o impedir este anuncio. A estos los queremos llamar a la conversión, o a someterse a un poder judicial independiente que añoramos; y a los y las pobres de la patria repetirles con Jesús que él vino para que haya “vida y vida abundante” (Juan 10,10) y que queremos caminar con ellos en la búsqueda de esa vida, de justicia y de paz, para todas y todos.

     

    Grupo de Curas en Opción por los Pobres
    Diciembre 2021

     

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Apuntes de José Ignacio González Faus

2-3 de agosto de 2001

  1. I.-

Hacen falta unas “actas de los mártires latinoamericanos” (Myst. Liberat III). Los que pasaron por El Salvador preguntando por la muerte de Romero, insistían en el odium fidei. (cf. Myst Liber II, 477 art. de Jiménez Limón). Hay que destacar la autonomía de lo real.

En el NT se deja clara que la existencia cristiana es conflictiva (1 Tes 3,3-4). “Mi reino no es de este mundo” porque los valores del reino no son los valores del mundo; “el pecado central de este mundo es la opresión socio-histórica” (J. Limón). Debemos “ser testigos de los sufrimientos de Cristo” (1 Pe 5,1) no implica que lo vio sino que es testigo del valor del sufrimiento, del sentido de la muerte. Para el

mundo antiguo, la muerte de Jesús no es la muerte del héroe (tendría que ver con el mundo estoico, la coherencia del decir y el hacer). Lo bueno no es llamarse cristiano, sino serlo realmente. En la 1° Apología, Justino compara la muerte de Jesús con la de Sócrates (“pueden matarme pero no hacerme daño”); Jesús en cambio dice otra cosa: “no me quitan la vida, yo la doy”. El Pastor de Hermas ya establece una distinción entre los testigos-mártires y los confesores (aunque esto tiene una cierta arbitrariedad), pero los confesores tienen tanta importancia que pueden ejercer el presbiterado sin imposición de manos (Traditio Apostólica). “No fue sólo un maestro excelso, sino también un mártir excelso” dice el Martirio de Policarpo. El confesor enseña poniendo en riesgo su vida (lo que implica que todo maestro enseña no tanto con la palabra cuanto con la vida); el martirio es la enseñanza suprema (es un Jristou koinonôs).

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos; es el amor el que da el contenido de la enseñanza. “Todo el que da testimonio de la verdad puede ser llamado mártir. Pero entre los hermanos se ha impuesto la costumbre de llamar mártires a quienes con la efusión de su sangre dieron testimonio del misterio de la piedad” (Origenes).

La enseñanza cristiana es fundamentalmente “el amor manifestado en Cristo” y “no hay sino un solo Señor”. Estas dos realidades son conflictivas. Los textos de conflicto de Jesús están cerca de las referencias a la misericordia, a las entrañas de misericordia; en cambio en los primeros mártires lo más importante fue la idea del Señorío de Cristo, y la acusación de ateísmo, el rechazo a la divinidad del Emperador (= ¿el mercado?) pone en riesgo “la ley y el orden”. Esto recoge una ligera polémica ya insinuada en el NT: el theios anér para poner de relieve que el varón divino no es el que triunfa sino el que entrega su vida. La verdad cristiana es inseparable del amor.

Conclusiones: Para la Iglesia primera, el martirio era un don, por eso no era algo que debía buscar cada uno. Se diferencia de la muerte del soldado, o la del kamikaze, o del fanático. Aunque acepta la muerte, no la busca. Recibe la muerte sin haberla buscado, pero no se aparta de su camino.

El testigo es el que “da fe”; es necesario creer, “dar fe”; los mártires “dan fe”; es testigo de la fe siendo testigo del amor más grande. El martirio es así un regalo de Dios al mártir y un regalo de Dios a su pueblo. Olvidar un mártir no es sólo un “descuido”; no es un “escudo” psicológico de subsistencia; es sencillamente desoír una enseñanza. Cerrar los oídos, endurecer el corazón para no oír la enseñanza: “si escuchan hoy su voz, no endurezcan el corazón” (Sal 95)... “Nadie hará callar tu última homilía”.

  • ¿De qué me convencen a mí aquellos de cuyo martirio he sido cercano?
  • ¿Cómo podemos ser testigos nosotros?
  • ¿Qué y cómo hemos de hacer para no olvidarlos y que la Iglesia no los olvide?

“odio a la fe”... para liberar la conciencia cristiana de los que no son mártires por que no los mataron por odium fidei. Maximiliano Kolbe se lo llama mártir por “cabezonada” de JP II por que se lo había considerado solamente “confesor”. A última hora se lo canonizó como “mártir”; y Cullás (canonista) cuenta que en la curia estaban irritados con JP II por el título de “mártir”. Rahner afirma –irónicamente- que a María Goretti no la mataron por odio a la fe.

De dónde viene y qué puede significar ese “odium”. Así no está en la tradición teológica...

En el viejo DTC se afirma que hay una “versión teológica y una versión canónica del martirio”. Allí se señala que aparece por 1° vez en Benedicto XIV en un documento muy benemérito en el que todo se beatificaba llenándonos de santos por competencia “con los de al lado”. Al intentar “regular” aparece la idea del odium. Pero el acento está puesto en “odio” pero después se corre a “fe”.

Ese intento de extender la idea no sólo a los que buscan la muerte, sino también a los que la padecen...

  Entender la fe sólo como algo intelectual, sólo un no cristiano puede producir mártires. Así, un cristiano por mucho que odie, como acepta la fe, no puede provocar mártires. Recién el sensus fidelium puede reconocer como mártires a los suyos en América Latina.

  Hernández Pico escribe que el martirio hoy en América Latina escandaliza al poder y a cristianos cercanos al poder por que el cristianismo emigró de los sectores del poder hacia las masas empobrecidas. Con ese criterio, Jesús no podría ser considerado como mártir.       Hace falta simplemente rescatar el sentido tradicional de la fe para empezar a cambiar el modo de pensar. La fe debe ser informada por la caridad, sino es muerta y ociosa y no merece el nombre de fe (Trento).

  1. Tromp en 1950 escribía así: perpectio voluntaria vere mortificet firmiter ex odium fidei vel praxis divinam. (vel = identidad). La fe es una praxis...

LG 42.2: El martirio, por consiguiente, con el que el discípulo llega a hacerse semejante al Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, asemejándose a El en el derramamiento de su sangre, es considerado por la Iglesia como un supremo don y la prueba mayor de la caridad. Y si ese don se da a pocos, conviene que todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia.(El contexto del texto del Vat II es todo en el marco de la caridad).

  STh II II 124 (también Comm in Rom). Es el odio al amor y no a un sistema intelectual abstracto…

  Si hay mártires es porque hay víctimas; la recuperación del odio a la caridad rescata a los que son solidarios con las víctimas de los desaparecidos, la lucha indígena, contra el hambre... Y muchos de los mártires no tienen “nombre” porque estaban totalmente del lado de las víctimas. Pero también hablar de víctimas es hablar de verdugos. Y muchos de estos no han sido paganos ni estados ateos o nazis sino gente que profesaba la fe y no la “odiaba”, sino que odiaba la caridad. Que hayan sido verdugos; ¿qué ha pasado en este continente para que aquí el cristianismo haya recuperado su identidad primera? ¿qué ha pasado para que los obispos argentinos no hayan dicho una palabra?

  Casaldáliga en Concilium: ... convierte mi fe en abatimiento: Señor, ¿por que los has abandonado?

  El mundo excluye el misterio de la iniquidad y la pregunta ¿por que me has abandonado? Tomar esto en serio es algo que cuesta, y quita el sueño, especialmente en una sociedad hedonista como Europa.

  • ¿Porqué es tan conflictiva la “macro-caridad”? (la micro no es conflictiva; como la Madre Teresa).
  • En mi entorno, ¿dónde están las víctimas que constituyen mi pasión (en doble sentido)?
  • En América Latina se ha levantado mucho la idea del perdón; ¿cómo compaginar mi obligación cristiana de perdonar con mi obligación de solidaridad con las víctimas?

Comenzamos con una reflexión sobre la historia, como espacio del mal y del pecado.

Ya en Jn aparece la expresión “pecado del mundo”. Creo que Jn es el evangelio más pesimista, pero disimulado en un lenguaje solemne; como la dialéctica de un Jesús totalmente majestuoso, pero plenamente “hecho carne”. En Jn hay contraposición entre “pecado del mundo” y la noción del “reinado de Dios” (más propia de los Sinópticos). Ya se aclara que “vino al mundo y el mundo no la recibió”, los suyos no lo recibieron, pero... Jesús como “cordero” carga, quita, lleva en sí ese “pecado del mundo”, ser hijos de la luz lleva a quitar ese pecado. El Reinado de Dios, en contraposición a los Sinópticos, no se encuentra en Jn (salvo 2 veces): ¿por qué? Sólo lo encontramos al comienzo (Jn 3,3.5) y al final donde se dice que el reino no se construye con los valores de este mundo, sino con fraternidad: hermanos de Jesús y los “suyos” (como se indica en el primer texto). Jesús es el que no se fía de los hombres  y se descubre en Jn y las cartas un desencanto con varios.      Sin embargo, no hay evangelio de refleje tanto entusiasmo por la figura de Jesús que compensa todos sus pesimismos. Por eso la fe es la vinculación personal, no una sistema de verdades.

Juan Pablo II hace suya en la “Solicitudo Rei Socialis” dos veces la idea de “pecado estructural” (36 y 46).  Pero ¿cuántos crímenes se han cometido en nombre de la libertad, o la justicia? Mientras dicen que se han acabado los grandes relatos (la posmodernidad), no podemos negar que allí siguen, el gran relato de la salvación, y el gran relato del misterio del pecado.

  Esto plantea el tema de la relación entre el cristianismo y la historia. No sólo por la fe de la gente sencilla, a veces ajena a la historia, sino porque para los cristianos el lugar del encuentro con Dios es la historia humana. Para el cristiano la historia está hecha de fracasos que generan futuro. Esto se ve en el marco más amplio de la historia de los mártires, marcados por el fracaso. El primero de todos es la muerte de Jesús, que genera el gran futuro de la resurrección; por ser este, es un futuro intra-histórico. El libro del Ap dice en medio del fracaso, que todo esto tiene futuro. Cuando me preguntan cuál es mi teólogo preferido respondo Bartolomé de las Casas, que es un precursor de la teología de la Liberación, pero él es un fracaso histórico. El enorme esfuerzo por la defensa de los indios fue un fracaso, pero que genera futuro.

¿Cómo se encuentra este esquema en Hch? Pareciera un libro escrito en dialéctica hegeliana de momento positivo – crisis – solución que se transforma en nuevo momento positivo. Comunidades – persecución – conversión de Pablo; Pablo – persecución y divisiones – encuentro de Jerusalén; resuelto el problema, Pablo – prisión en Jerusalén – Pablo a Roma. Esto es importante porque la historia nos desborda y cuando estamos en la tesis creemos haber llegado, o cuando estamos en la antítesis creemos que todo ha terminado... El marxismo, al no tener esperanza de futuro, necesitaba una confianza de los super-revolucionarios que quieren todo aquí y de inmediato (ej.: En villa Salvador el ataque de Sendero a las organizaciones, por ser “paso” y “no salto”). Una concepción “hindú” de la historia le quita su carácter teofánico. Hay dos cosas que son muy reales: el sufrimiento y también el amor. Desde el Dios de Jesús, puede que la historia en sí mismo no tenga valor, pero Dios se la da al amarla. Es necesaria una profunda percepción de la gratuidad (el compromiso por la justicia brota de la experiencia de la gratuidad). Necesidad de que la esperanza esté fundada en el amor que no se resigna ante el dolor de los que amamos, y no en unos presuntos análisis históricos de futuro. Y porque no se resigna, busca caminos y los encuentra como puede. La vida no se resigna, el amor no se resigna... Hay una canción religiosa española que se titula “pequeñas aclaraciones” que dice que “cuando un pobre comparte”, “cuando un sediento da agua”, etc... el estribillo remata “va Dios mismo en nuestro mismo caminar”. Es cierto que es mejor “si ganamos”, pero debemos saber que “va Dios mismo...”

Los que piensen que todo va muy mal deben pensar que siempre hay algo que hacer. Es una “pastoral del mosquito”, el ruido que perturba nuestro sueño. ¿Dónde podremos perturbarles el sueño? Y también la “estrategia de las grietas”. Por más monstruoso que sea el sistema tiene grietas por donde debemos meternos. Muchísimos tienen conciencia que este sistema ya no va; un descrédito del FMI y del BM que los está obligando a sacar el discurso de los pobres, p.e.: no consumamos lo que está producido por explotación de niños (hay sensibilidad sobre el tema y puede pegar).

Schumacher tiene un libro: “lo pequeño es hermoso” (era un discípulo de Keynes, luego convertido al cristianismo) que parece “profético” y critica a su maestro señalando que detrás de la economía subyace una antropología. Cuando creemos que el fin justifica medios malos, los medios malos terminan “maleando” el fin.

Estamos como David frente a Goliat, pero en la vida hay dos cosas que no siempre juzgamos bien: David, lo poco que tiene, la honda, lo sabe manejar muy bien. La mística ayuda a buscar los medios que tenemos –por pequeños que sean- debemos manejarlos bien.

  • Recemos con esto, preguntándonos qué me dice esto, para ir a los grupos sabiendo “voy a decir esto”.
  • ¿Cómo vivo yo mi esperanza? ¿Cómo amor que no se resigna o buscando signos inmediatos?
  • ¿Qué grietas veo en el sistema que son aprovechables?
  • A veces los reformismos son pereza enmascarada; los reformismos son afanes de protagonismo, y necesitaría alguien que me ponga en alerta.

“Amo, Señor tus sendas; y me es suave la carga

que llevaron tus hombros y en mis hombros pusiste;

pero a veces encuentro que la jornada es larga,

que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,

que el agua del camino es amarga ¡es amarga!...

Y se nubla este ardiente corazón que me diste,

y una sombra, y honda desolación me embarga,

y siento el alma triste: ¡hasta la muerte triste!

Con mi espíritu débil y mi carne cobarde,

lo mismo que el cansado labriego por la tarde

de la dura fatiga quisiera reposar,

yo quisiera sentir que vos venís conmigo,

saber que no voy solo, que camino contigo,

y en ti puedo apoyarme, y en ti confiar...”

Quedó pendiente las pregunta de que la gente es religiosa con una piedad seguramente superior a la nuestra y probablemente algunas cosas más “horizontales” no encajen con esa religiosidad, y eso no deja de encarnar cosas muy buenas. Jesús se adapta a la fe de la gente por más impura que fuere, como es el caso de la hemorroisa. Y Jesús no la corrige e ilustra, sino que le dice “grande es tu fe”; esa debe ser nuestra primera actitud ante la fe de la gente. Jesús habla a todos y da a todos esperanza, pero pide a algunos un seguimiento (no a todos); lo que no significa es que los que llama sean mejores, ni mucho menos. Las minorías son para las masas, y han de acabar fecundándolas; y las masas son para que las minorías las escuchen. (Ej. del fútbol: todos juegan, y así aparecen Maradonas, y los Maradonas hacen que otros empecen a jugar mejor). Ese que sale, no es para dedicarse en lo personal a amar a Dios, sino que Dios le dice “no me ames a mí, sino a los que yo amo”. Al elevarse, parece que Dios lo vuelve hacia abajo; de esto ya se vislumbra en el AT: el viñador ha cuidado la viña, y ¿qué esperaba de ella? Justicia, algo para los demás (Is 5).

Donde aparece concretada la propuesta del Seguimiento es en “la carta magna” del Reino, que son las Bienaventuranzas. En los Evangelios hay dos clases de Bienaventuranzas, las de Lc y las de Mt. Prescindiendo ahora de si las de Mt son redaccionales o no, diría que las de Lc son bienaventuranzas “de situación”, de “esa situación”; las de Mt son “de actitud”. Así, las de Lc serían las del “pueblo”, las de todo; las de Mt las del “discipulado”.

El esquema quiástico muestra que la 4° y la 5° son lo central, sin prioridad de una sobre la otra.; un hambre de justicia que quiere hacer la justicia desde la misericordia. Los otros son las ondas que van resonando... Así los D llevan a los C, estos a los B, para concluir finalmente en el A.

A Se empobrecerá

B Mansos, lucha no violenta

C Dolidos, conmovidos

D Hambre de justicia

D Misericordia

C Limpio el corazón... ese ve a Dios, pero no se refiere al cielo, sino a la realidad

B Constructores de la paz, pacíficos

A Persecución, como consecuencia

  Así, en este compromiso con los pobres puede ocurrir lo de Ignacio de “amar a todos en él y a él en todos”.

  Des-occidentalización del cristianismo. Me sorprendió la repercusión del artículo, y no por que sí, sino por que el tema cala hondo; el tema es importante por el diálogo de las religiones; es sabido cuántas veces los cristianos queriendo anunciar el Evangelio anunciaron a Europa. La separación total nunca es posible, pero una teología que ame a los pobres necesita des-occidentalizarse porque nunca ha podido pensar el sufrimiento.

Como sabemos, la “palabra” (dabar; lógos) existe en el mundo griego, y también en el mundo bíblico. Para el mundo griego, conocer es manipular, dominar el objeto; y la palabra es el contenido de aquello. En el mundo bíblico, en cambio, es una palabra que llama e invita a seguir; se relaciona no tanto con la vista como con el oído. Por eso el conocimiento está más en la línea de la comunión, confianza, obediencia. A un griego no le cabría en la cabeza que “conocer” se refiriera a lo sexual.. Por eso cuando Moisés le pregunta su nombre (Ex 3,14) se le responde con una evasiva: “ya verás quien soy, ven y lo verás”; con Tomás, en cambio, se muda al campo del conocimiento, no de la experiencia. Por eso se destacan los atributos: omnisciente, infinito... mientras que la razón bíblica nos comunica “actitudes”: el que libera, el que saca de Egipto, es el que...

  En el cristianismo occidentalizado se destaca la idea del “poder”, a Dios como “todo-poderoso”; es lo primero que se dice de Dios, mientras que en el NT lo que se destaca es el amor (1 Jn 4,8). Con nosotros no quiere tener más poder que el del amor . Con Constantino la cruz se transforma en “con este signo vencerás”, el signo de derrota se transforma en signo de triunfo y poder. Tanto que Eusebio llama a Constantino “logos de Dios”. Se identificó logos y poder. Acá, por lo tanto, no cabe el sufrimiento. El tema está ahí, y los cristianos desde nuestra mirada griega no tenemos respuesta. ¿Por qué Dios permite el sufrimiento? Nuestra fe es una que ha nacido en el seno del sufrimiento, no al margen de él (cf. el caso de Job, y la teología de los amigos). Gutiérrez dice que los teólogos tenemos el riesgo de tener la teología de los amigos de Job.

  Otro elemento a des-occidentalizar es la recuperación de la historia. El pensamiento griego tiene una concepción circular del tiempo, nunca lineal, como es el caso bíblico. Eso no implica que se avance bien, pero sí que es posibilidad de progreso y crecimiento progresivo. Todavía en Ireneo se ve esta concepción lineal (Dios puso al hombre en el mundo para que creciera y se superase), pero luego se pierde (ya santo Tomás desconoce la historia)...

  En Platón hay una degradación de la materia, así se ve en la muerte de Sócrates. Como si la causa de los males fuera el ser “carne”, mientras que bíblicamente la cosa se mueve en otro nivel.

  Es necesario una eclesialidad firme, que –por conflictiva que sea- debe ser “en rebelde fidelidad” (Casaldáliga). Debemos recuperar el significado, la ekklesía, la asamblea, los convocados; y evitar que sea “el de arriba” (los obispos, el papa); es necesario comprender que es el pueblo de Dios, y que amamos al pueblo de Dios. Claro que este pueblo necesita servicios, servidores, porque sino sería un caos, pero el centro está en el pueblo de Dios (hay que volver a destacar la eclesiología del Vaticano II). Por más que lo digan, la Iglesia no es objeto de fe. Aceptar la fe en el Dios de Jesús tiene implicancia comunitaria; consecuencia de una fe trinitaria. El latín tiene un credo in Deo (“hacia” Dios); credo Deo (en Dios) y credo Deum (le creo a Dios), el castellano no tiene esas posibilidades y quedó “creo en la Iglesia”; el catecismo de Trento dice “no se puede creer en la Iglesia como creemos en Dios” (cf. la “Meditación de la Iglesia” de H. De Lubac). No se trata de mejorar la Iglesia para “sentirnos mejor” sino porque Jesús merece una Iglesia mejor.

  • De todo esto ¿Qué elementos me sirven? ¿por qué?
  • De todo esto ¿qué me puede servir a mi pastoral? ¿por qué?

Conclusiones

Este grupo es un motivo de esperanza. Debe ser oído.

Lo importante son los pobres.

Un ejemplo ha de ser Gustavo Gutiérrez, ha estado en una situación siempre difícil y siempre dijo que lo importante no es él sino los pobres. Y quizá por eso se ha granjeado un gran respeto que hace que muchas de las cosas que se dijeron contra él ya no las sostengan casi ninguno.

La historia tiene ritmos más lentos que los nuestros.

Es importante saber dónde colocamos nuestro “radicalismo”. Determinados lenguajes |excesivamente agresivos más que proféticos provocan que el otro se cierre. “Uno de los males de la izquierda es que se equivoca de enemigo” (G. Gutiérrez), y no se toca –por lo general- a los verdaderos culpables. Hay que hacer una jerarquía de reivindicaciones que así como ha de tener en cuenta una pedagogía del oprimido, también ha de tener en cuenta una pedagogía del opresor. P. Freire también habla de encontrar el “inédito y viable”. Muchas de las propuestas de las izquierdas son inviables; y sería una pena que por una reivindicación no fundamental se cierre el corazón a propuestas más fundamentales.

Valor de la Eucaristía; se ha convertido en mero rito, y acto de culto cuando en el NT no hay culto, y el verdadero culto es la entrega de nuestras vidas (Rom 12,1). La eucaristía, entonces, debería ser, no un culto a Dios, sino el trampolín desde el que salgo a competir toda mi vida en un culto espiritual. Deberíamos recuperar el valor esperanzador de la Eucaristía; en el momento más oscuro de la vida de Jesús, él se reúne a celebrar una comida con sus amigos (que no es comida pascual sino comida con los suyos); toma el pan, lo parte, es el símbolo de la necesidad humana, es compartir la necesidad; se puso el centro en la materia olvidando el gesto, el pan que se comparte, la copa que se pasa, comunicar la alegría. En ese horizonte negro, Jesús apuesta por la esperanza con el gesto de la necesidad compartida y la alegría comunicada. Por eso es bueno permitirse “ligeras infracciones” para que la gente pueda comprender más vivamente esto.

La macro y micro caridad puede coincidir con lo central de las bienaventuranzas que es el hambre de justicia. La micro se dedica sólo a paliar los efectos, la macro busca sanar las causas; por eso se entiende que los que estén en las causas se asusten frente a la macro y no molestos con la micro.

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