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Aportes para la reflexión que nos enviaron con motivo de nuestros 25 años amigos que nos acompañaron en algunos de nuestros encuentros.

"Iglesia Nazarena"
Victor Codina

"Discernimiento Teológico De La Idea De Patria"
Pedro Trigo

"Apuntes De Eclesiología Joánica"
José Ignacio González Faus

"Epílogo, Veinticinco Años Después.
La Iglesia Católico-Romana No Es La Verdadera Iglesia De Cristo"
José Ignacio González Faus

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UNA IGLESIA NAZARENA

                                                                                                    

Sea cual haya sido la realidad histórica del Reino de David en Israel, lo cierto es que David quedó en el imaginario de Israel como el modelo del Mesías futuro, Hijo de David, y en esta imagen confluye todo el poder religioso y humano de la teocracia de Israel. Se olvidan las ambigüedades reales del modelo davídico y de la monarquía que los profetas se encargarán de denunciar: mundanización, deseo de imitar a  los reinos vecinos, idolatría del poder y del dinero, poner su seguridad no en Yahvé sino en las alianzas con los Imperios de su alrededor, etc.

 

El Israel monárquico y davídico se olvida de que fue un pueblo esclavo, liberado por Yahvé, se olvida de la alianza, crea una economía de abundancia para el grupo palaciego mientras el pueblo sufre opresión y hambre, la religión se convierte en  religión oficial,  insensible al dolor del pueblo, muy lejos de buscar una sociedad alternativa. No es casual que el Israel davídico acabase en el exilio.

 

Por esto no es casual que Jesús, descendiente de David, rehuyese el título de Hijo de David y prefiriera el del Hijo del hombre y más concretamente el de Jesús de Nazaret.

 

La Iglesia que nace del misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, poco a poco cae en la tentación davídica, en querer  configurarse al estilo del Reino de David, olvidando el estilo de Jesús Nazareno[1]. La Iglesia de Cristiandad puede ser un ejemplo de esta tentación davídica a la que la Iglesia está permanentemente sometida: poder, alianza con el Imperio de turno, identificación de la dirigencia eclesiástica con el poder sagrado, lo que se llama jerarquía, Iglesia que se presenta como madre, maestra, señora, fuente de poder y de verdad absoluta.

 

La Iglesia de Cristianad se define como sociedad perfecta en paralelismo y competencia con la sociedad civil, considera a la monarquía como la forma perfecta de gobierno social que ella misma interioriza, por esto  celebra la fiesta de Cristo rey y de María reina olvidando muchas veces que la realeza de Cristo es la de Jesús de Nazaret crucificado y que María reina es en realidad María de Nazaret.

 

La Iglesia davídica es la Iglesia en la que el Papa es jefe de Estado, se establecen los Estados pontificios, se promueven Cruzadas, se establece la inquisición, se firman alianzas y concordatos con los gobiernos de turno, los nuncios son diplomáticos a los que eleva a la categoría de obispos, se recibe ayuda económica del Estado a cambio de bendecir y conservar la estructura política reinante, incluso la Iglesia se resigna  a reducirse en el mundo moderno a algo residual, a sacralizar los momentos liminares de la vida ( nacimiento, matrimonio, muerte) sin realizar denuncias proféticas en contra del Estado o denunciando sólo aquello que va contra la moral sexual, familiar o contra  la educación cristiana, cerrando los ojos a temas de injusticia estructural y social. A veces calla ante las dictaduras pero se opone al divorcio civil, cierra los ojos al machismo, a las drogas, al armamentismo, a la destrucción de la naturaleza pero se opone a que se saque la religión de la escuela o los crucifijos de los lugares públicos y no se jure ante los evangelios. Esta es la Iglesia davídica.

 

La Iglesia Nazarena es la que quiere recuperar la opción nazarena de Jesús, su ser pobre y pasar desapercibido, su asimilación y configuración con el pueblo, el sufrir en sí mismo la opresión de sus conciudadanos, el ver el mundo desde abajo, el darse cuenta que Dios no quiere que las cosas sigan igual, un Dios que Jesús de Nazaret va progresivamente descubriendo como su Padre, lleno de bondad y misericordia, que se conmueve ante el sufrimiento del pueblo, que hace llover sobre buenos y malos, que mira el corazón y no la exterioridad del culto farisaico, que tiene un proyecto alternativo que se llama el Reino de Dios.

 

Si analizamos despacio el pasaje de la presentación en Nazaret de su programa mesiánico tal como ha sido elaborado teológicamente por Lucas (Lc 4, 14-30), descubriremos los elementos principales de la nazaraneidad: Jesús luego de 30 años de convivencia con el pueblo de Nazaret, luego de haberse confundido con los pecadores en el bautismo y allí haber sido proclamado allí el Hijo amado del Padre en el Espíritu, después de haber superado en el desierto la tentación de un mesianismo a lo davídico, vuelve a Nazaret. Allí se reconoce situado en la tradición de los profetas de Israel (Is 61), se siente ungido por el Espíritu, proclama una misión que es buena nueva y alegría para pobres, libertad para los oprimidos, urge que se realice este proyecto profético “hoy”, es decir el Reino se realiza en la historia presente.

 

Estas propuestas escandalizan y  desagradan a sus conciudadanos, que por una parte lo desprecian por ser simplemente el hijo de José y por otra parte quieren ver milagros, es decir quieren que actúe como Hijo de David. Jesús se abre a un horizonte que va más allá de Israel,  habla de Elías que da de comer a una pobre mujer viuda pagana y de Eliseo que sana al pagano Naamán el sirio. Esto es insoportable para los nazarenos que intentan despeñarlo.

 

Se anuncia así, simbólicamente, lo que será la pasión: los representantes de Israel que esperan a un Mesías Hijo de David no reconocen al Nazareno que se hace pasar por Hijo de Dios. Se anuncia el INRI de la cruz, y se anticipa lo  que los ángeles dirán a las mujeres que van sepulcro a ungir al cadáver: que  vayan a Galilea (Mt 28,8). Allí Jesús resucitado se manifiesta a los discípulos (Mt 28, 16) para conferirles la misión universal. El resucitado es el crucificado y el crucificado es el nazareno.

 

Esto significa que la Iglesia no debe caer en la tentación davídica y pasar de davídica a nazarena. Pasar de una Iglesia davídica a una Iglesia nazarena significa entre otras cosas:

 

-una Iglesia que antes de evangelizar y actuar  tiene que acercarse y convivir en medio del pueblo pobre, desde allí acercarse a Dios y experimentarlo como el Dios de la vida y de los pobres

 

-una Iglesia más testimonial y con menos medios de poder económico y de prestigio social, más dialogante y que escucha y aprende, se deja evangelizar ante de evangelizar ella misma-menos clerical y más laical y popular

 

-menos occidentalizada y más abierta a las culturas no occidentales que son menos racionalistas y más simbólicas, menos dualistas y más integrales, menos individualistas y más comunitarias, menos consumistas y más contemplativas y abiertas al Misterio

 

-en diálogo con el pueblo y sus problemas e inquietudes reales sin querer dogmatizar desde arriba y sin seguir afirmando cosas que quizás son verdad pero que no interesan realmente al pueblo

 

-hablando en la lengua y cultura del pueblo, con un lenguaje sencillo y comprensible como Jesús que hablaba en parábolas

 

-libre de alianzas con el poder, que siempre corrompe, confiando en la fuerza del Espíritu

 

-que acepte la religión del pueblo, sus fiestas, su mentalidad, su sentido comunitario y religioso

 

-una Iglesia menos impositiva, que no quiera que sus dogmas y normas morales se impongan obligatoriamente a todos los ciudadanos, sino que respete la libertad religiosa, la no confesionalidad del Estado  y el pluralismo de la sociedad

 

-una Iglesia más lenta y sin prisas, que no acelere procesos ni ritmos, que dialogue con el mundo científico y técnico, que reconozca que no tiene la respuesta a todos los problemas de hoy

 

-una Iglesia que busque  el bien de la gente antes que defender sus privilegios y sus derechos, que no quiera hacer proselitismo ni ganar adeptos, sino ante todo humanizar, dar vida, comunicar esperanza 

 

-una Iglesia que no se limite a interesarse por la vida intrauterina y la vida eterna… sino que quiere que todos tengan una vida humana digna en este mundo

 

-una Iglesia que ofrece la buena nueva del evangelio y su gran tesoro, el misterio de Jesús de Nazaret muerto y resucitado, que quiere comunicar su experiencia fundante, una mística, pero sin forzar a nadie, como la fuente de las plazas que ofrece agua pero no fuerza a nadie a beber

 

-una Iglesia  más sensible al Espíritu que sopla hoy por las mujeres, jóvenes, indígenas, pueblos sencillos y pobres, la tierra esclavizada, de un Espíritu que actúa a través de artistas y científicos, de filósofos y movimientos sociales, de credos y religiones, una Iglesia no androcéntrica ni identificada con la cultura europea

 

-una Iglesia menos activista, más mística y profética, más contemplativa y menos gerencial, más fraterna y comunitaria, que busque  una sociedad alternativa más cercana al Reino, una Iglesia más icono que empresa, más fermento que cemento, creativa e imaginativa, dialogante con todas las religiones y culturas, que no condene, una comunidad viva, no muerta y sepultada entre edificios históricos del pasado que son museos, una Iglesia en crecimiento como el grano de mostaza, la pequeña semilla vegetal que cree lentamente, sin prisas

 

La lista se podrá extender mucho más, lo importante es tener un criterio evangélico para juzgar nuestra actitud eclesial y nuestra configuración comunitaria. No se excluye la necesidad de instituciones y estructuras, lo que se pide es que sean transparentes, evangélicas, narazenas. No se excluye la urgencia misionera pero ser quiere una misión  desde el encuentro, el testimonio, el diálogo y el anuncio como oferta

 

¿Es extraño que una Iglesia davídica como ha sido la Iglesia de Cristiandad haya entrado en crisis agónica?¿Es extraño que esta Iglesia davídica sea incapaz de comunicar una experiencia viva del misterio pascual , mientras se mantenga atada al poder, al dinero, a la gran organización, al pasado, sea intransigente e impositiva, con una pastoral del temor y de la intimidación (pecado, confesión, castigos eternos..), una Iglesia  androcéntrica que margina la mitad de la humanidad, etc…y que por tanto encuentre rechazo de los sectores más vivos de la sociedad, de los jóvenes, de los más lúcidos,  que la abandonan silenciosa o clamorosamente, que la reducen a algo folklórico de una cultura que ya no es la actual?

 

La Iglesia se ha de convertir a Jesús, pero a Jesús de Nazaret, único punto focal en el cual puede haber una renovación de toda la Iglesia. Comos ya hemos dicho al comienzo de estás páginas Nazaret no es un simple lugar geográfico sino teológico, un estilo de vida, un estilo de encarnación, de cercanía de Dios a nuestro mundo: el estilo de María, de José y de Jesús, pobre, sencillo, acogedor, dialogantes, respetuosos de las diferencias, solidario con los de abajo, abierto al misterio de un Dios al que con Jesús podemos llamar Padre. 

 

En el fondo, como Natanael, muchos seguimos creyendo que de Nazaret no puede salir nada bueno (Jn 1, 46) y por esto añoramos y preferimos la Iglesia davídica de Cristiandad… Sin embargo el seguimiento de Jesús supone aceptar a Jesús de Nazaret.

A los que nos repitan con Natanael que de Nazaret no puede salir nada bueno, podemos responderles con Felipe: Ven y verás (Jn 1, 46-47). 



[1] N.Lohfink, La tentación davídica de la Iglesia, Selecciones de Teología nº 73, 1980, 75-79

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